Buenos Aires, huele a Sur y a independencia
a erotismo y a impaciencia,
a corazones que se empeñan en gritar
sin escuchar, que laten y pelean.
Buenos Aires, es más divina que diosa,
dulce pero caprichosa te seduce hasta dudar
si la verdad en realidad, es una nebulosa.
Baires, son diez mundos y cien pueblos.
Es un río y mil incendios,
un alambre atando un obelisco al cielo.
Los versos vuelan las calles bailan
el sol te quiebra, el aire te mata,
la noche no se acuerda de dormir.
Ciudad de viento campo de minas
se para el tiempo en cualquier esquina
te excita, pero te invita a vivir.
Sé que no me necesita,
y grita que no sabe estar sin mí.
En Buenos Aires, no hay acento hay melodía
el fútbol es filosofía
es cada taxista especialista en desamor
y en el sabor de la melancolía.
Buenos Aires, es Madrid con Barcelona,
Nueva York, París y Roma,
Asunción, Lima, La Paz,
Jerusalén, son un harem
que embriaga sus aromas.
Baires, tan de termo y sobremesa
tan San Telmo y Recoleta,
tan de clan, de bar, de tango y chacarera.
Los versos vuelan las calles bailan
el sol te quiebra, el aire te mata,
la noche no se acuerda de dormir.
Ciudad de viento campo de minas
se para el tiempo en cualquier esquina
te excita, pero te invita a vivir.
Sé que no me necesita,
y grita que no sabe estar sin mí.
Buenos Aires, me contagia su esperanza
desactiva mis alarmas.
Te relaja comprobar que enfrentará
la adversidad, siendo siempre una dama.