Quise apostar por ti y me quedé sin suelto,
le pedí cambio a tu marido y se cagó en mis muertos.
Salieron tres avances y un joker azul.
Maldita tragaperras, es igual que tú.
De una mala jugada te deshiciste de él,
poniendo a doble o nada las llaves de un hotel.
Colgaste un «No Molesten» y me eché a reír.
Mientras te desnudabas acerté a decir que…
Si me ves, di que no me conoces.
Esta noche haremos desaparecer
la habitación 512.
Buscaré mi suerte entre tus sábanas;
a ver qué cartas nos reparte la piel.
Yo lo siento, pero tengo alma de crupier.
En el recibidor, hay putas y orientales,
y por el ascensor suena Quique González.
Me traigo un par de birras, no queda champán.
Matemos el glamour, pidiendo tres croissants.
Un beso sin pasión marca tu despedida;
a mí me quedará el sabor al humo y tu saliva.
Suena un timbre y me despierta la resaca.
Una voz dice «Tu tarjeta está anulada».
Tú tranquila, niña.
Siempre acabo triste y solo amaneciendo.
Ni me quejo ni me alegro, eso es lo que tengo:
Mi bandera, el fracaso, mi patria, un casino.
Quedan fichas y algún Almax, a ver si me animo.
Ven, Fortuna, ven, ven, ven.
Pero recuerda que…